Mikulov: más que una ciudad, una gran leyenda al sur de Moravia
A dos horas y media de Praga, cincuenta kilómetros de Brno y casi en la frontera con Austria, Mikulov es una de las ciudades con más personalidad de la República Checa: tradición cultural, arquitectura renacentista, paisajes medievales, historia, magia y mucho vino forman parte de su variado encanto. En este artículo encontrarás sus siete visitas imprescindibles.
Texto y fotos de Juan Pablo Bertazza
Por: Colaborador invitado
Publicado: Noviembre 22, 2021
Ubicada a cincuenta kilómetros de Brno y casi en la frontera con Austria, Mikulov es una de las ciudades con mayor personalidad de Chequia. Debido a su estratégica ubicación fue, en su momento, escenario de convivencia entre checos, alemanes, protestantes y judíos. A pesar de su reducido tamaño, Mikulov es una planicie al pie de tres colinas que, como la cabeza de Medusa, parece desplegar innumerables rincones internos que nos conectan a otras épocas, tradiciones culturales riquísimas y una atmósfera de cuento a la que siempre se desea regresar. En definitiva, esta perla del sur de Moravia nos ofrece una gran cantidad de sitios interesantes para conocer y algunas actividades que repasamos en este artículo.
Paseos y visitas imprescindibles en Mikulov
1. Centro histórico de Mikulov
Construcciones notables como la fuente con la estatua de la diosa romana Pomona, la monumental columna de la plaga de principios del siglo XVIII, el diálogo entre bellas iglesias a pocos metros de distancia y el toque especial de sus casas renacentistas, hacen del centro medieval de Mikulov el ámbito perfecto para entrar rápidamente en clima de leyenda. Uno de los lugares que más llaman la atención es, en ese sentido, la Casa del Caballero (Dům u Rytířů) cuya decoración esgrafiada recuerda a la famosa Casa del Minuto (Dům u Minuty) en pleno centro de Praga.
2. Calle Husova
Subidas, bajadas, rincones tan mágicos como pintorescos y bifurcaciones que, lejos de marearnos, parecen revelar las múltiples caras de una misma ciudad, como esos libros que pueden releerse infinidad de veces porque siempre dejan ver algo distinto. Husova no solo es la arteria principal de Mikulov (de hecho, antiguamente llevaba el nombre de calle central) sino una vía imprescindible que conecta las noventa casas de la antigua judería que, a pesar de las innumerables demoliciones, lograron sobrevivir. Algunas de esas joyas arquitectónicas se remontan al siglo XVI y, por lo tanto, han sido declaradas monumento cultural. En el sitio donde vivió y trabajó en esta ciudad el famoso rabino Löw entre 1553 y 1573, actualmente hay un hotel y una cervecería que lleva el nombre de su legendario golem.
3. Sinagoga Superior
Aunque en su momento, Mikulov fue una ciudad con mucha identidad judía a tal punto que llegó a tener doce sinagogas, hoy solo queda una en pie, justo debajo del castillo. En realidad, se trata de la única sinagoga de “tipo polaco” que sobrevive en toda la región de Moravia. Levantada originalmente en el siglo XVI fue objeto de varias reconstrucciones: la más importante es la que le dio su impronta barroca luego de un incendio que tuvo lugar en 1719. Luego vinieron algunas modificaciones menores que afectaron sobre todo el área de ventanas y una última reconstrucción muy larga que tuvo lugar después de la caída del régimen comunista. Además de la belleza de sus interiores, la Sinagoga Superior aloja distintas exposiciones de pinturas y una muestra permanente sobre vida y obra del rabino Löw, quien, si bien hoy es famoso en todo el mundo por la leyenda del Golem de Praga, tuvo una brillante trayectoria como educador.
4. Vía crucis al Monte Santo
A este lugar mítico, que es uno de los centros de peregrinación más antiguos del país, le sienta bien la frase de que no solo importa la llegada sino también el camino. Porque si bien es cierto que las mejores fotos de Mikulov (esas que aparecen en imanes y otros souvenirs) se obtienen desde la cima del Monte Santo, donde también puede visitarse un campanario, la capilla de San Sebastián y la capilla del Santo Sepulcro, no hay dudas de que el ascenso por esta elevación de unos 360 metros también es una actividad más que placentera: además de estar en contacto con un área de reserva natural repleta de raras especies de plantas, durante el recorrido podemos apreciar también sugestivas esculturas religiosas.
5. Cementerio judío
Por momentos, la acumulación de lápidas de este lugar puede hacer recordar un poco al antiguo cementerio judío de Praga, pero apenas empezamos a recorrerlo nos damos cuenta de que tiene otra característica muy propia: su impresionante extensión de diecinueve mil metros cuadrados lo transforma en el cementerio judío más grande del país. Lejos de tratarse de un hecho casual, sus dimensiones dan cuenta de la trascendencia de la comunidad judía en Mikulov, la más importante a nivel político, económico y espiritual de toda la región de Moravia, al menos desde mediados del siglo XVI hasta los ataques y persecuciones a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Con cuatro mil tumbas y un terreno con varios desniveles, los primeros entierros en este cementerio se remontan a mediados del siglo XV y la lápida más antigua que se conserva data del año 1605.
6. Castillo de Mikulov
Por supuesto, no se puede ir a Mikulov sin visitar su emblema que es, sin lugar a dudas, el castillo. En lo alto de un acantilado, se puede divisar prácticamente desde cualquier punto de la ciudad y ofrece, como si se tratara de una ciudad dentro de una ciudad, múltiples atractivos: sus patios internos, la impresionante biblioteca con más de diez mil volúmenes, la corte de honor, el sótano con un barril gigante de vino que, si bien está fuera de uso, se remonta al año 1643 y tiene una capacidad de almacenamiento de cien mil litros, pero también los alrededores con el jardín barroco y un pequeño pero encantador rosedal.
7. Una bodega para catar vinos moravos
Aunque por algún motivo intenten evitarlo, no hay forma de que los visitantes de Mikulov no se crucen, en algún momento, con anuncios y señales para hacer un alto en su recorrido y arrojarse a los placeres báquicos que ofrecen las mejores bodegas del país en atractivos recintos medievales. Tal vez sea porque algunos de los vinos suelen ser muy añejos, pero lo cierto es que mientras se degustan, de acuerdo al paladar del usuario y la época del año, variedades de blanco, tinto o incluso burčák (un vino parcialmente fermentado) lo que experimentamos es, claro, un goce estético, pero también un verdadero viaje en el tiempo.
También te puede interesar
Joyas secretas que te sorprenderán en la República Checa.
Descubre a Tomáš Baťa, el zapatero prodigioso que transformó la ciudad de Zlín.
De cómo Miguel Delibes se perdió 4 veces en el camino de Brno a Ostrava.
*No te pierdas la galería fotográfica de Mikulov situada bajo estas líneas.